(Si la cosa funciona)
Dir. Woody Allen

A veces es duro mantener firme el rumbo cuando el vertiginoso ritmo de las grandes urbes propicia el caos y la ausencia de sosiego. Caminamos sonámbulos por entre los edificios y a la vera de autos siempre locos en busca de un soplo de esperanza que acabe con tan brutal infortunio, con la desdicha de apenas respirar y no sentir claridad en nuestro pensamiento.

Pero ocurre que a veces, al levantar la vista en favor de la premonición que unos pasos atrás te sugería que unos pasos más allá todo podría cambiar, presenta sus credenciales el director de Manhattan y tu vida cambia, al menos ese día, para bien.

Porque las películas que atacan directamente al estado de ánimo de quien las observa, ya sea con fervor o sin el más mínimo entusiasmo, con la sana intención de hacerle un guiño de complicidad al espectador y finalmente logra por parte de este no una sonrisa sino cien, merecen ser tenidas muy en cuenta, y más si cabe, en tiempos como los que hoy nos toca vivir.

Cuenta Allen la historia de un hombre maduro y bohemio que, gobernado por la excentricidad de sus actos, participa de las emociones de una joven e inocente muchacha a cambio de vivir una segunda juventud.

Las respuestas que la película da a no se sabe muy bien que preguntas, no son distintas a las que en otras ocasiones el director de Balas sobre Broadway había encerrado en sus películas.
Lo diferente es que en esta nueva entrega, no existen intermediarios entre el realizador y el espectador final.

La cámara frente a Allen en el papel que nos acerca a sus más divertidas miserias, interpretado maravillosamente bien por el doble que todo hombre quisiera tener, lo más alejado de ser la horma de su zapato, el fantástico Larry David.

Larga vida al género.

Página web oficial:
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