La vergüenza

Dir. David Planell

Se aplaude a un director de cine, de la misma manera que se agradece el trabajo de cualquier otro creador, cuando su obra despierta en el espectador sentimientos que creía anestesiados, plácidamente dormidos, y los aborda sin compasión. Y cuanto más abrupto es ese encontronazo con la realidad representada, más intensos son los aplausos impregnados de gratitud. Y me consta que de esa manera se reconoció en el pasado festival de Málaga el trabajo del director David Planell. Y no es para menos.

Porque lo que se puede ver en esta primera película del director catalán son sentimientos en flor, personas vivas con pulso y vértigo, y cautelas y desesperanzas en cada esquina.
Su excusa, la difícil adaptación de un niño adoptado en el seno de su nueva familia.
Pero el trasfondo cuenta mucho más que eso, siempre con pies y siempre con cabeza.Cada fotograma está impregnado de mezquindades, cicaterías, y miserias varias. Mezquinos cada uno de los personajes y mezquindad a raudales en conjunto, y en la misma cantidad y al tiempo, generosidad y complicidad por doquier. Porque son vivencias lo que cuenta, de personas de carne y hueso, con deseos e inquietudes, con pasado. Porque es una pareja, con un presente y un futuro, con retos. Y con ellos la tensión se hace plausible.

¿La interpretación? bien vale una misa. Colosal Alberto San Juan, que emociona y traspasa la pantalla de la misma manera que lo hacía en la película de Viscarret "Bajo las estrellas", siendo el de ahora un papel más cargado, si cabe, de matices.
Con todo, la película se convierte en el paradigma del sentir, de la ingratitud, de la frustración de un pasado ya olvidado, desconocido incluso a ojos nuestros. Por todo eso, a pulso ha conseguido su hueco.

Página web oficial:
www.laverguenza.com/