Dir. Mia Hansen-Love


Ni sus ojos vierten anhelos. Ni sus labios cortan ni abrazan. Ni sus manos abrigan ni claman. Ni su sombra arropa desgana. Ni su calma es venda que aplaca. Ni sus dedos pliegan el aura. Tampoco asumen un gesto, que sin embargo embriaga. Y es que cuando una mirada deja de ser furtiva, es porque en algún momento fue abatida.

 

Podrían ser tan sólo palabras, tan sólo gestos por concretar, lugares soñados a los que ir y desde los que también partir, podría ser un tal vez o un quizás, pero la película de Mia Hansen-Love es mucho más que eso. Es la pasión que engalana al primer amor, al más intenso de cuantos vivimos, al más funesto de cuantos sufrimos, al del prólogo escrito al final con tintes de comienzo.

 

Es el delirio el que frena la sensatez y no al revés.

Cuenta de una manera sublime y lírica la cinta de Mia Hansen-Love la historia de ese amor adolescente que todo lo arrolla y abate. En la piel de ella Camilla, una joven que sueña con la perpetuidad de su anhelo al lado de quien es el objeto de su deseo y de su ira; y en la piel de él Sullivan, un encantador de sueños que a las mil maravillas la comprende y en su calidez se ahoga.

 

Viven los dos su relación de una manera muy intensa, y se procuran complicidad tanto en los momentos de ausencia como en sus furtivos y esperanzadores encuentros. Ella le quiere a él en la manera en que ellas normalmente quieren y él la quiere a ella en la manera en que los hombres comprenden el amor. Por eso es una cinta cercana y creíble, por lo que tiene de sincera y también por la celebrada ausencia de embustes, y por eso a pies juntillas la hace el espectador suya, porque lo que se muestra en la película no son cuidados paliativos, es el accidente mortal de quien vive al ritmo que marcan sus sueños, no su razón.

 

Y lo cuenta la directora francesa magníficamente bien, marcando como si con un diapasón lo hiciera el tempo que la historia necesita para respirar, para oxigenarse y seguir latiendo, para convencer al espectador y hacerlo partícipe del esplendor, de la barbarie, del lamento más embriagador y la felicidad más evocadora.

 

Es una película redonda, que conmociona desde la distancia sin sentir esa lejanía, con la que es imposible no identificarse y por eso mismo, al tiempo, duele.

 

Maravilloso dolor.

 

Página web oficial:
http://www.pacopoch.cat/unamourdejeunesse/
(Siempre mejor en V.O.)