(Mapa de los sonidos de Tokio)
Dir. Isabel Coixet

En la mayoría de las ocasiones, una película reclama nuestra atención para hacernos ver el universo que su director quiere que veamos, el que ha imaginado para nosotros. Pone a nuestros pies su mirada para que veamos lo que él en algún momento vió, y sus oídos para que escuchemos los sonidos que un día llamaron su atención.
En otras ocasiones, es el fruto de su imaginación lo que se nos muestra en formato panorámico y con sonido envolvente.

Al abrigo de esas vertientes, el resultado final será aplaudido si el fruto de su trabajo denota nobles tintes y está bañado, siquiera, de unas gotas de honestidad hacia el ya de por si denostado espectador. Cuando lo que se observa es la inmadurez hecha métrica antes de tiempo por la impaciencia de un creador en ser vanagloriado, los merecimientos se difuminan de la misma manera que el mal directo pasa factura a un ensalzado solista.

Y es entonces cuando el silencio hace más ruido que cualquier aplauso.

Antes de la indiferencia mostrada por el público tras la proyección de la última película de Isabel Coixet, lo que la directora catalana quiso mostrar en su nueva cinta fue la extraña relación entre una asesina a sueldo (Rinko Kikuchi) y el propietario de una vinoteca en la capital japonesa (Sergi López). Y poco más.

Es cierto que tan pretenciosa historia se fabricó con imágenes cargadas de matices, de luminosidad embelesadora y sonoridad penetrante y cautivadora. Un Tokio nunca antes visto ni soñado.

Pero no basta sólo con eso, ni siquiera para agradar, cuando el discurso escrito para acompasar esos lamentos nunca acompaña.

Y es que las pretensiones de tan inverosímil dualidad son demasiado exigentes con un guión lleno de medias tintas, por eso los momentos en los que el cortejo resulta creíble y convincente son escasos.

Con seguridad, las escenas que causaron tormento en su cabeza mientras rodaba este Mapa de los sonidos de Tokio, fueron las rodadas por su colega Kar-Wai en sus dos obras maestras (In the mood for love, 2046), pero debiera haberse dado cuenta, antes de pisar estas lides, que su liga es otra.

Y eso inunda de pesar el sentir del espectador que, ante el gran bagaje de las anteriores películas de la directora catalana, se deja arrastrar por el santo y seña tan particular que sus películas muestran y está atento a sus estrenos.

Porque lo que a cualquier prestigioso director se le debe exigir a cambio de pagar religiosamente el precio de la butaca, es que haga fluir por la sangre de quien acepta entrar en su universo distante, algún tipo de sentimiento abrupto, que le despierte de tu letargo cotidiano, y eso es justo lo que la cinta de Coixet evita, es más, nos empuja con desidia hacia ese indeseado abismo.

Corramos un tupido velo.

Página web oficial:
http://www.mapofthesoundsoftokyo.com/